Antes en el mundo, solo existía Caos; de él nacieron Nix (Noche) y Erebo (obscuridad). Luego del Caos salió el Tártaro (infierno).
De Nix y Erebo, nacieron Éter (la luz), Eros (el amor) y Hemera (Día), y de la unión de Éter y Hemera nació Gea (la tierra) quien dio origen a Ponto (las aguas) y a Urano (los cielos).
Urano se unió a Gea, cubriéndola por completo. De esa unión surge la “Primera Generación Divina”.
En la primera generación divina tenemos el nacimiento de los titanes: Océano, Ceo, Hiperión, Japeto, Crío y Cronos; y las Titanides: Febe, Mnemosine, Rea, Temis, Tetis, Tea; los gigantes de un ojo (ciclopes): Arges, Brontes y Esteropes; y los Hecatónquiros (gigantes de cien brazos y cincuenta cabezas) Coto, Briaero y Giges.
Urano, avergonzado de sus hijos Ciclopes y los Hecatónquiros los encerró en el Tártaro, pero como Gea los amaba igual, decidió pedir ayuda a sus hijos titanes para conspirar contra Urano, pero solo Cronos ofreció su ayuda.
Cronos encontró a su padre, Urano, muy confiado en los brazos de Nix. Cronos aprovechando tal distracción y confianza, castro a Urano, arrojó sus genitales al mar y de la espuma que levantó nació a Afrodita, la diosa del amor y la belleza.
Urano fue encerrado en el Tártaro. Después de esto, Cronos volvió a encerrar a sus hermanos ciclopes y a los Hecatónquiros.
Cronos se casó con su hermana Rea, y juntos reinaron a los dioses, dándole comienzo con su descendencia a la “Segunda Generación Divina”.